domingo, 15 de septiembre de 2013

Resultado parcial del experimento realizado el 13/09/13

Me encuentro realizando una investigación desde la Retórica cuya finalidad es analizar el discurso de lo que llamaremos «gente de izquierda», es decir, gente que está en contra de el «neoliberalismo», la economía de mercado, el consumismo y, por ende, en contra de las política actuales en México y el mundo, en contra del gobierno, de sus reformas, etc.

La hipótesis que recorre este trabajo es que utilizan estrategias retóricas basadas en la agresión, pero que, he aquí el problema, están dirigidas a ofender a todos aquellos que no opinan igual que ellos (la gente de izquierda).

viernes, 6 de septiembre de 2013

Una lección de estrategia

Desde muchas perspectivas, lo que están haciendo los docentes y muchos otros manifestantes en la Ciudad de México está equivocado. En esta ocasión no vamos a valorar ni moral ni políticamente lo que han hecho: secuestrar la ciudad e inmovilizar a miles de personas que desean continuar con sus vidas, sólo porque ellos no están de acuerdo con la forma de ver las cosas de aquellos que protesta. Es evidente a todas luces que se trata de un intento de imponer una manera de pensar a los demás. Pero, por esta ocasión no vamos a valorar eso.

Lo que vamos a razonar aquí es un fallo fundamental en las acciones realizadas debido a la falta de pensamiento estratégico por parte de los organizadores y participantes de estos movimientos. Es increíble que algunas personas en las redes sociales hayan tenido el atrevimiento de comparar a estos sujetos con personajes de la talla de Hidalgo, Morelos o Bolívar; cuando es evidente que la calidad de sus formas de actuar es innegablemente distinta. Fundamentalmente encuentro tres fallos estratégicos en su forma de actuar:

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ahora entiendo por qué tienen cerradas nuestras calles


Al principio, como muchos otros, pensé que lo que hacían los profesores, cerrando calles, haciendo marchas, dejando a los estudiantes sin clases, eran acciones despreciables e injustificadas.
Sin embargo, esta mañana desperté con un gran cargo de conciencia. Me dije a mí mismo «oye, no es posible que formules opiniones sin estar bien enterado de lo que sucede. Porque es evidente que todos los que han opinado están bien informados y han justificado sus opiniones no en supuestos y decires, sino en datos verificables y concretos. Porque me parece evidente que todos los que se han manifestado a favor y en contra de la reforma educativa, así como de la Ley General del Servicio Profesional Docente, son personas que la han estudiado con calma, a profundidad. Personas que han revisado palabra por palabra la propuesta y que, gracias a este estudio concienzudo y sistemático, han emitido las opiniones que emiten. Seguramente —seguí diciéndome—, todos y cada uno de los profesores que se manifiestan en las calles, carga consigo una copia de la propuesta y en sus ratos libres lee y relee los artículos que la componen, para prepararse así a un debate público; pues sería vergonzoso que les preguntaran contra qué luchan y no supieran decirlo o que dijeran mentiras basadas en la desinformación.
¡Qué vergüenza, me dije, que a estas alturas tú no hayas revisado sistemáticamente la propuesta. Deberías leer la Ley General del Servicio Profesional Docente para tratar de comprender la situación».
Fue así que me di a la tarea de leer dicha ley, ya aprobada, para tratar de comprender más la inconformidad de mis colegas de profesión docente, así como las sensatas, amables, gentiles y razonadas publicaciones que amigos, conocidos y desconocidos han hecho circular por las redes sociales.
Fue así que llegué a la intelección racional y emocional del problema. He aquí mis conclusiones: